Catedral de Sal en Zipaquirá

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07 de Septiembre de 2017
Recorremos algunas de las principales joyas arquitectónicas y culturales religiosas católicas, pero también indígenas, africanas o musulmanas que conviven en el país suramericano.

La visita del Papa Francisco a Colombia el próximo 6 de septiembre movilizará a más de un millón y medio de personas y pondrá a Colombia como epicentro del turismo religioso mundial. Una oportunidad única para descubrir algunas de sus joyas arquitectónicas, sociales o culturales católicas, pero también indígenas, de raíces africanas o musulmanas, muestra de la gran diversidad cultural colombiana.

“La visita del Papa ratifica el compromiso de los colombianos con la reconciliación y pone a Colombia en el foco de mercados internacionales. Es una oportunidad de mostrar al país como un destino atractivo para el turismo religioso que, según datos de la OMT, moviliza al año entre 300 y 330 millones de personas en el mundo”, asegura Felipe Jaramillo, presidente de ProColombia, organización oficial a cargo de la promoción del turismo, las exportaciones y la inversión.


Proponemos un recorrido por 7 enclaves imprescindibles para esta ocasión:

 

1. Tras los pasos de la primera santa colombiana

 

Jericó – Medellín, Antioquia


La primera santa colombiana se llama Laura, nació en Jericó (pueblo declarado Pueblo Patrimonio de Colombia y situado a unas tres horas de Medellín), cuenta con su propia miniserie televisiva, casa museo y santuario.

La madre María Laura de Jesús Montoya (1874-1949) fue una maestra misionera que dedicó buena parte de su vida a las comunidades indígenas colombianas. Fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, se le atribuyen dos milagros: la sanación de un cáncer de cuello uterino de la madre de una monja en 1994 y la curación de la polimiositis de un médico anestesista en 2005.

Tal es el fervor que se profesa por la madre Laura en Colombia que hasta tuvo su propia telenovela: Laura, una vida extraordinaria.

Jericó, situado entre montañas donde se cultivan plátano, café o aguacate, es uno de los 17 pueblos declarados Patrimonio de Colombia. Popularmente se le conoce como “la Atenas del suroeste” y cuenta con 19 templos entre los que destacan el Cristo Redentor o la catedral. Un enclave donde, además, se desarrolla el filme El infinito vuelo de los días, premio al mejor documental en el festival Cinelatino de Toulouse 2017. Desde el teleférico se pueden contemplar las impresionantes vistas de la localidad.

Aquí también puede visitarse la casa en que nació la santa y que conserva, entre otros, su pila bautismal o fotografías familiares.

La madre Laura vivió sus últimos años en Medellín, la segunda ciudad más poblada del país. Allí se encuentra el santuario que alberga sus reliquias, diversos objetos personales y un recorrido por su vida y obra.

 

2. La montaña sagrada de los indígenas

 

Sierra Nevada de Santa Marta, Magdalena, Guajira, Cesar

La Sierra Nevada de Santa Marta es la montaña costera más alta del mundo. Desde los nevados de sus cumbres se pueden observar las paradisíacas playas caribeñas de sus pies. La UNESCO la declaró Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad en 1979, dada la enorme red de ecosistemas que albergan sus numerosas formas de vida. Además, es el hogar de cuatro comunidades indígenas que en total suman unas 30.000 personas.

Estas poblaciones consideran la montaña sagrada. Se trata de una estructura fundamental en su cultura y ellos son sus guardianes. La mitología de la tribu kogui narra que estos pobladores son los hermanos mayores de la humanidad y que esa montaña es el centro del mundo. Por ello, los extranjeros son hermanos menores que fueron desterrados tiempo atrás. Sus sacerdotes son filósofos de la naturaleza, expertos ambientales y astrónomos, siempre buscando el beneficio del cuidado de la madre tierra.

En esta sierra, hace 41 años se descubrió “Ciudad perdida” de los indígenas Tayronas, la cuna de su civilización, una de las más importantes de Suramérica. Su creación se estima alrededor del siglo VIII y albergó a miles de personas. El enclave puede visitarse y constituye uno de los yacimientos arqueológicos más importantes para la investigación de esta cultura. Aquí hay plazoletas circulares, escaleras, caminos y canales construidos en piedra que sirvieran de base a viviendas hechas en paja y bahareque.

La montaña está abierta al público general, aunque durante diversas épocas del año, el acceso se restringe en las zonas sagradas para que las comunidades procedan a realizar sus rituales de purificación y vuelvan a conectarse con la tierra y los animales que las habitan.

 

3. La catedral subterránea

 

Catedral de Sal, Zipaquirá, Cundinamarca

La mayor reserva de roca sal del mundo se encuentra en Colombia, a una hora de Bogotá. Y dentro de ella, a 180 metros bajo tierra, se ha tallado una espectacular iglesia. La Catedral de Sal de Zipaquirá es un lugar impactante que invita a la reflexión. Cuenta con tres secciones: el Viacrucis, la cúpula y las naves.

Al acceder ya se siente el olor mineral y la oscuridad toma posesión de todo. Después, un juego de luces descubre la roca tallada y los túneles que albergan estaciones del viacrucis. Al final hay acceso a tres naves: la del nacimiento y bautismo, la de la vida y la muerte y la de la resurrección, cada una con un altar.

Todas las naves albergan esculturas de sal talladas, como La Piedad (de rostro con rasgos indígenas, en honor a quienes primero aprovecharon el fruto de la sal), el Ángel Guardian o la enorme cruz del Nártex. Otra de las grandes atracciones es el espejo de agua, anteriormente una salmuera cuyos alrededores están iluminados para reflejarse en el agua estática y dar un efecto óptico de estar nadando en el vacío subterráneo.

En el complejo también pueden se pueden visitar otros espacios dedicados a la sal, como el Museo de la Salmuera, la Plaza Ceremonial del Minero o un sendero ecológico.

 

4. Ritos africanos en plena Colombia

 

Palenque de San Basilio, Bolívar

A una hora de Cartagena de Indias se ubica Palenque de San Basilio, cuyos habitantes son descendientes de esclavos negros que llegaron de África en la época colonial. Fue el primer pueblo libre del continente y sus creencias, mitos y ritos perduran hasta hoy. La cultura palenquera es Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad desde 2005. “El espacio cultural de Palenque de San Basilio abarca prácticas sociales, médicas y religiosas, así como tradiciones musicales y orales, muchas de las cuales tienen raíces africanas”, destaca la UNESCO. Toda la ciudad es un instructivo museo social y cultural al aire libre.

La religión que se practica es una mezcla de tradiciones católicas y africanas. Su riqueza espiritual muestra especial ahínco en honrar los muertos. Un ejemplo de ello es el lumbalú, su ancestral ceremonia de los funerales, un rito que dura 9 días, uno por cada mes de gestación de su llegada al mundo. Al acto se acude de blanco y la música lo acompaña todo. El tambor es el principal instrumento y medio de comunicación.

Con una población aproximada de unas 3.000 personas, Palenque también cuenta con su propia lengua, que mezcla castellano con el bantú africano.

 

5. El santuario con las mejores vistas de Bogotá

 

Santuario de Monserrate, Bogotá

El santuario de Monserrate preside Bogotá. Desde él se puede contemplar una de las mejores vistas de la capital colombiana. El templo se ubica sobre un cerro a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar y se puede llegar a él a pie, por funicular o teleférico, dependiendo de las preferencias del visitante.

Esta elevación montañosa lleva siendo lugar de peregrinación desde la época colonial. La actual iglesia data de principios del siglo XX y en ella se puede contemplar la talla del Señor Caído, del siglo XVI.

Una vez realizada la visita, a su alrededor podrá degustar un sinfín de comida típica colombiana (bandeja paisa, ajiaco, arepas…) en los diversos restaurantes que lo arropan, así como el mítico té de coca, muy recomendable para recomponer el cuerpo a esas alturas. También se pueden adquirir artesanías tradicionales en los diferentes puestos que existen.

 

 

6. Una de las mezquitas de referencia en Colombia

 

Mezquita Omar Ibn Al-Jattab, Maicao, Guajira

Aunque las principales religiones en Colombia son el catolicismo (87,3%), el protestantismo o Evangélicos (11,5%) también hay conglomerados de otras comunidades, como la musulmana. Colombia es diversidad en muchos aspectos. Un buen ejemplo de ello es la mezquita de Omar Ibn Al-Jattab, uno de los templos musulmanes de referencia en Colombia.

La mezquita se sitúa a poco más de 10 kilómetros de la frontera con Venezuela, en Maicao, La Guajira. Fue inaugurada en 1997, cuenta con un minarete de 31 metros y se construyó en mármol italiano por el arquitecto iraní Alí Namazi. Su origen se relaciona a la migración de Oriente Medio que se asentaron en Maicao entre 1960 y 1970.

La Guajira se enmarca en la región del Caribe colombiano. El sol, las playas y el baile se unen a la alegría de la gente de esta zona del país. Aquí se experimenta una cultura que vibra con los sonidos como la cumbia y el vallenato (declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO).

 

 

7. El milagro de Dios en el abismo

 

Santuario de las lajas, Ipiales, Nariño

El Santuario de Las Lajas, declarado Bien de Interés Cultural en Colombia, es una de las iglesias más bellas del mundo, según The Telegraph. Este templo gótico se ubica a tres kilómetros de la frontera con Ecuador, en el departamento de Nariño, sobre el cañón de un río.

Cuenta la leyenda que en 1754 la indígena María Mueses y su hija Rosa, sordomuda de nacimiento, al pasar por el lugar, se resguardaron de la intensa lluvia entre piedras y lajas. En ese momento la niña dijo: “Mamita, la mestiza me llama” y señaló con su mano una pintura con la imagen de la Virgen. De ahí se procedió a la construcción de un santuario que ha tenido diversas etapas.

La estructura de piedra gris y blanca consta de tres naves levantadas sobre un puente de dos arcos. Se trata de un lugar de constante peregrinaje, un destino turístico religioso y cultural.

Nariño es uno de los denominados destinos de paz. Gracias al fin del conflicto que sufrió Colombia durante más de 50 años, esta zona del suroeste del país por fin se está abriendo al mundo y en concreto al turismo nacional e internacional. Entre las múltiples cualidades, este territorio destaca por ser uno de los principales enclaves de avistamiento de aves del país, una práctica muy recomendable a realizar ya que Colombia alberga nada menos que el 20% de las especies de aves del planeta.

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